Boca Juniors goleó 5-0 a Newell’s y se consolidó en ambas tablas. Milton Giménez (por duplicado), Aguirre y Lautaro Blanco marcaron los goles. El Xeneize tuvo un sobresaliente primer tiempo, yéndose al descanso con una ventaja de tres tantos.

Con Úbeda como DT y Paredes liderando el equipo, Boca mostró una notable mejora, con muy buenos pasajes de fútbol acompañados de una alta eficacia. Por el lado de Newell’s, salió con una línea de cinco defensores, pero ni siquiera eso alcanzó para que Fabbiani lograra que sus jugadores mostraran compromiso. La falta de actitud del equipo del Ogro fue evidente, lo que derivó en una actuación decepcionante en la Bombonera.

Boca comenzó la fecha fuera de los ocho primeros puestos para los playoffs y sin clasificación a la Copa Libertadores. Con ese panorama en mente, el equipo salió a arrollar a Newell’s desde el primer minuto, abriendo el marcador a los 7 minutos con un cabezazo de Milton Giménez tras un excelente centro de Barinaga.

Minutos después, Merentiel remató al arco, su disparo pegó en el palo y, con fortuna, la pelota le quedó a Milton Giménez para convertir su segundo gol de la noche.

Sobre el final del primer tiempo, el Xeneize volvió a marcar con un cabezazo de Ayrton Costa, quien se ha consolidado en la defensa, y así, tras mucho tiempo, se fue al descanso con una ventaja de tres goles.

En el segundo tiempo, se cumplió la ley del ex: Aguirre empujó un centro que casi se convertía en gol por sí solo y anotó el cuarto tanto. Para cerrar la noche fatídica de La Lepra, el quinto gol llegó con un disparo de Lautaro Blanco, ex de Rosario Central. La pelota pasó entre las piernas del arquero, sellando una actuación brillante para el lateral, que celebró como papá.

Boca es un delirio místico: un fin de semana le arrebata la alegría al hincha y lo deja noqueado con el riesgo de quedar fuera de la clasificación a la Copa, y al siguiente lo hace soñar con salir campeón. El equipo, ahora bajo el mando de Úbeda, deberá desterrar el pensamiento de perdedor y dar el golpe en Barracas, sabiendo que el local podría robar más que los coatíes.